Hace once años un grupo de jóvenes idealistas tenía una ilusión. Llevar el folclor peruano al mundo. Habían escuchado acerca de las experiencias de Victoria Santa Cruz y el Conjunto Nacional de Folclor, habían visto los triunfos de Perú Negro en el mundo, sabían de la riqueza de nuestro acervo cultural tradicional y tenían ánimos de triunfo.
Es así que nace Jallmay, como una ilusión, como el encuentro de muchas voluntades desinteresadas, con la entrega de la juventud. Fue como esos amores juveniles en los que no hay doble intención, ni cálculo, ni ingratitud.
Los primeros años fueron de sacrificio. Hoy lo recuerdan con nostalgia. La búsqueda de vestuarios originales. Los afanes por plantear un repertorio diferente. El terco propósito de autenticidad en un medio jalonado por una creatividad mercantilista. Los viajes por el Perú buscando maestros, danzas, trajes, bebiendo de la tradición misma.
Hablar de folclor es referirse al conjunto de manifestaciones culturales y artísticas por las cuales se expresa una comunidad o pueblo en forma anónima, tradicional y espontánea. Es la expresión de la cultura popular, es eminentemente el lenguaje que el pueblo utiliza como instrumento de su cultura. No es simple manifestación recreativa; el folclor es por sí un lenguaje, una manifestación colectiva, anónima y social, en un entorno único.
Llevar esto al escenario sin tergiversarlo, desnaturalizarlo o falsearlo era el reto. Jallmay lo logró con altura. De allí que se hable de alto folclor. Es evidente que trasladar un carnaval o un pasacalle de su entorno natural, de su tiempo y espacio a un escenario, ya lo convierte en una proyección, ya no podemos hablar de folclor puro. Sin embargo, el trabajo coreográfico, ordenado, pulcro y respetuoso de Jallmay, hace que su labor de proyección haya sido elogiada y aplaudida en los más exigentes escenarios del mundo.
El Huaylarsh dulce, coqueto, sin golpes que lo envilecen, encuentra en Jallmay su mejor versión. Las danzas agrícolas cobran una importancia coreográfica inesperada. Las mestizas huamanguinas derrochan elegancia. Los Shapish de Chupaca son enérgicos, auténticos guerreros de fiesta. Las danzas amazónicas, tribales, exóticas y sensuales, se muestran con una sobriedad notable.
Europa y sus festivales, Asia milenaria, América del Sur en un fructífero intercambio cultural y Norteamérica con todo su imperio económico y turístico, han sido campo fértil para la siembra de peruanidad que Jallmay representa.
Humberto Valdivia, su director y fundador se emociona cuando recuerda esos momentos. “Nada es más emocionante que ver a miles de personas, europeos o asiáticos, puestos de pie, aplaudiendo una marinera. Es el triunfo del Perú, es lo más grande que puede suceder. Son experiencias únicas.Por eso es grande la responsabilidad de los que llevamos nuestro folclor por el mundo. No se puede hacer inventos, no se puede, para impresionar al público, convertir nuestras danzas en acrobacias. Hay que respetar la tradición”. Dice Valdivia y le creemos.
articulo de revista Mag de la Municipalidad de Magdalena del Mar
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